Las hadas y otras cosas que no existen. No. 1

El mago olvidó todos sus hechizos y nunca más encontró su libro de instrucciones. En lo alto de la torre, la princesa, que con el tiempo había olvidado de que se trababa tal título, ya no podía dormir, ni esperaba a nadie que viniera a rescatarla.

Un viejo sapo la visitaba todas las noches, pero no se esperance querido lector, ella ya había probado con el beso y no era ningún príncipe. Era un desastre de cuento. No empezaba diciendo: Había una vez. Se leía: Nunca hubo una vez. De vez en cuando rondaba una bruja, pero hasta a ella le asustaba tan soso relato. La última hoja había desaparecido, así que el fueron felices para siempre era una posibilidad, pero remota.

La princesa, cansada de esperar, bajó por los 4 mil escalones que la separaban del suelo, no había cadenas que la ataran, ni dragones humeantes. Empujó la puerta y esta se abrió. ¡Qué hijueputas!, – musitó – y nerviosamente rio a carcajadas mientras pensaba que nunca estuvo encerrada. Al salir, lo primero que vio fue una manzana muy brillante y apetitosa al lado del tronco de un almendro, cosa extraña pero posible. La cogió en su mano, sabía que sería una decisión trascendental. Tantos años de soledad y  lectura le habían dado cierta experiencia, ¿acaso alguien no sabe lo que pasa después de morder una manzana en un cuento de hadas?

Y así, mirando hacía la cúspide de la torre, la llevó a su boca y luego del primer delicioso bocado, murió.

Y tú, ¿qué piensas?

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