
Soñé, o pensé, un poema realmente bueno.
Sería el inicio de una carrera de consagración y éxito; recuerdo que – o en el sueño paso que, me dio pereza escribirlo. Entregué mi futuro a la confianza en mi memoria.
De eso han pasado horas o tal vez varios días. La verdad es que no recuerdo el poema. Ni siquiera sé de qué versaba.
El mundo, la literatura, ambos perdieron un párrafo hermoso.
Mi éxito literario tendrá que esperar.
Hasta nunca,
poema no nato.
¿Hasta nunca? Es mejor decir hasta siempre, un poema no nato no fue tal, porque en la imaginación del mundo que se lo perdió, se abrieron múltiples sueños que soñar, imágenes que la mente tendrá que fotografiar, un sinfín de posibilidades que vivir, que recordar y que revivir.