La profe Rosita, que nos cuidaba porque Piedad no había ido al colegio, nos puso a pintar los animales que había en la paredes del salón. Cuando acabé lo que para mi era un hermoso y amarillo león, ella levantó la hoja, miró con desprecio y dijo: “¡Vuélvalo ha hacer que esto está muy feo!”. Yo estaba en primero de primaria… | Muchos años después, frente al pelotón de fusilamiento, habría de recordar aquella mañana remota en que dejé de dibujar y aunque me gusta y creo que tengo cierto talento, perdí para siempre la posibilidad de haberlo cultivado. [Tomado de La increíble y triste historia del cándido Alexànder y su profesora desalmada] [Escena pos-créditos: ahora tengo buena letra, me gusta mucho trabajar con diseñadores gráficos y soy muy bueno haciendo fechas, líneas, llenando libretas de garabatos y copiando algunos dibujos que me gustan.]