Pensar igual y no incomodar.

Pasar de ser lectores a ser productores de contenido activos es una de la riquezas de las redes sociales. Sin embargo, igual que pasa en la sociedad, se empieza a sentir la dictadura de la masa. Por ejemplo, el  «corpus pensante» en Twitter es drástico con aquellas ideas que van y vienen y que se alejan del cotidiano. En la actualidad ser antitaurino, escribir en contra de Uribe, declararse ateo, despotricar de la Iglesia Católica, escupir al escuchar a Arjona, declararse un «open mind» y hacer del aborto una bandera, es lo correctamente aceptable. Si de causalidad usted odia a Uribe, pero le gustan los toros: ¡terrible! Ese combo no es valido. Ni se le ocurra decir que acaba de llegar de misa, no cuadra en el pensamiento tuitero contemporáneo. Y así con muchos temas, desde los más superficiales hasta los más complejos.

La red debe estar abierta al libre pensamiento. No porque todo el mundo lo piense, está bien. Las ideas pueden ir y venir, cambiar, mutar, enriquecerse, pero ese proceso se da naturalmente, no por la presión de un seguidor menos o un seguidor más.

La riqueza del pensamiento está en la variedad de las posturas. Hay que defender las ideas propias, sin necesidad de descalificar las contrarias. Twitter, ese espacio de pensar en voz alta, también debe ser libre. Lugar de confrontación, pero mejor, un lugar de construcción de sociedad.

Y tú, ¿qué piensas?

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