De Boyacá en los campos
El genio de la gloria con cada espiga un héroe
invicto coronó. Soldados sin coraza ganaron la victoria…
Nuestros días se están llenando de imágenes del agua ocupando lo que en otrora eran pastos, cultivos o viviendas. El pasado diciembre la situación fue crítica, los corazones se movilizaron e incluso los bolsillos también. Pero el clima sigue igual o peor y ya nos estamos acostumbrando a ver como los ríos salen de sus causes, llevando consigo lo que encuentran a su paso y permaneciendo por semanas en un lugar no habitual.
Algunos dicen que es un fenómeno natural, pero no podemos llamar natural a algo que hemos provocado por nuestra original naturaleza hacía la destrucción. Sedimentación, contaminación, erosión, ocupación, desforestación no son palabras que identifiquen acciones de la naturaleza, por el contrario, estas nacen de decisiones del hombre.
Estos días he observado como lo que en otro tiempo fueran los verdes campos en Boyacá, ahora son lagunas extensas llenas de agua, mucha agua. La situación es crítica, los olores lo son más y las consecuencias económicas aún peor. Y empieza un circulo tenebroso: hambre, carestía, desempleo, ¡tristeza!. Esto que sucede en Boyacá y se replica en otras zonas del país debe ser una alerta para planear mejor, defender los territorios del agua, sancionar a los que cultivan en lagunas, los que talan árboles y quienes desvían o despilfarran recursos.
Agua mucha agua para todos siempre, pero agua en su lugar, recurso sagrado venerado por nuestros antepasados y que, en un acto de supervivencia, tenemos que respetar y proteger.