Empece este blog hace ya varios meses. La ilusión de un nuevo proyecto personal digital me invadió varias horas. Arreglando, cambiando, maquillando así anocheció el día primero. Pero el día segundo se dá hasta ahora, han pasado muchos soles y muchas lunas, dos elecciones presidenciales, un mundial y hasta un famoso pulpo ha llevado al lugar que le correspondía en el mundo deportivo a los moluscos cefalópodos.
Creo que siempre hay motivo para escribir, pero también siempre existen muchos motivos para no hacerlo. No siempre el ser prolífico es señal de ser bueno. De palabras está llena la red pero la calidad es contada y en ocasiones es difícil llegar a ella.
Criticar por criticar puede ser un buen bote de basura donde algunos blogueros solemos echar todas nuestras miserias o las de los otros pero he hecho tan poco este año por este mundo que mejor no juzgo a los que hacen lo mismo que yo.
Hoy sentí los dedos endurecidos, mire este, mi blog, y pensé que tan vez mis ideas también están tomando esa figura solida y estéril de quien se queda quieto, cómodo y feliz. Y es por eso, que en un segundo envión, acaricié mis manos, afine la puntería y con los cuatro dedos que uso para escribir empecé a teclear esta nueva entrada, que no dice nada, pero que es la letra capital de esta nueva primera etapa.